jueves. 28.03.2024

Vida sana y tenencia responsable de perros se conjugan en esta historia de amor entre... Tato y Paz. 

Se conocieron en una tienda veterinaria donde funciona un centro de adopción de mascotas. Paz esta de visita con su madre, Graciela. Habían pasado a saludar al veterinario de su perra (pastor alemán) Nube, que había muerto una semana antes. A la familia le costaba asumir la pérdida. Un perro nuevo en casa no estaba en sus planes. Pero, cuando Paz vio a Tato, se enamoró de él.

Tato había sido depositado en el establecimiento por Julieta, que lo había encontrado en el interior de una bolsa de plástico. De entre la basura asomaba un cachorro de perro, desnutrido, con sarna y parásitos y tembloroso por el frío reinante en la zona (Olivos,  barrio del partido de Vicente López, primer cordón del Gran Buenos Aires). Julieta y su novio le habían llamado Tato, y con ese nombre se quedó.

Tato tuvo suerte. Empezó a recuperarse en un hogar lleno de amor y cuidados. Se transformó en un perro lleno de energía. Sol y Paz pensaron cómo canalizar toda esa potencia.Así llegaron a DogRun, una comunidad cuyo objetivo es estimular el vínculo entre los perros y sus dueños a través del deporte. La comunidad tiene incluso su propia maratón, en la que cada dueño corre en equipo con su perro. Para Sol, esta actividad fue transformadora: "Cuando voy a correr con Tato me cambia el humor. Me encanta que compartamos ese espacio. Él disfruta y juega, y yo me siento mucho mejor. Es emocionante pensar en su evolución: cuando lo adoptamos estaba completamente vulnerable y débil; hoy es un perro sano y feliz".

La historia completa, que firma pinchando aquí

Tato, el perro hallado en una bolsa de basura que hoy es todo un deportista