VIVENCIAS OLÍMPICAS

Entre periodistas, dirigentes y deportistas

Conviviendo a ritmo frenético con reporteros de todos los países del mundo, y con los miembros de la "familia olímpica", Carmen Juncal ha logrado hacer realidad su sueño de la infancia. Periodista del Departamento de Comunicación del COE, evoca su experiencia en dos Juegos, que en Londres coincidió con su segundo embarazo.

El deporte siempre ha estado presente en mi vida desde un punto técnico. Me acuerdo de aquellas tardes de fin de semana junto a mi padre, analizando partidos de voleibol -antes de que las reglas evolucionasen-, o yendo a ver un partido de rugby en la Ciudad Universitaria, observando si los jugadores se alineaban de una manera adecuada... explicado por ese gran profesor que fue Don Ludivino. En casa, las hazañas y logros deportivos siempre tenían nombres propios. Quienes, para el público en general, eran héroes del deporte, eran personas de mi día a día: Rafa Pascual, María José Mardomingo, Mar Martínez o los hermanos Lozano, entre otros.

Llega Barcelona’92 y empiezo a devorar deporte por televisión. Aquel verano fue especial para mí, ya que comenzaba a pensar en ser "corresponsal de guerra" deportiva. ¿Existe acaso eso? Pues yo pensaba que sí. Pasan los años y, después de combinar carrera universitaria y trabajo, tenía claro un objetivo: quería ser periodista deportiva. ¡Vaya, encontré el camino! Contar la historia del deporte, de los deportistas, de sus vivencias. Ver cómo incide el deporte en la vida de los políticos. Y es verdad, hice muchas entrevistas subiendo cortafuegos con políticos, dando guerra a la "gente importante” para ver a qué se dedicaban realmente en su día a día (deportivamente hablando) y si podían hacer algo, desde dentro, por y para los deportistas. Por fin, a finales de 2007, tengo la increíble "suerte" de estar en el paro y de recibir una llamada de quien ahora es mi Director de Comunicación, José María Bellón. Necesitaba a una persona en su departamento, que fuese “muy todoterreno”, con la condición de ir a los Juegos de Pekín. Me tocó la lotería. 

(Fotos: Archivo personal de Carmen Juncal)

¿Cómo se preparan unos Juegos desde dentro? La gran pregunta. El mar de dudas. El abismo. ¡Socorro!. Con un poco de calma, y estudiando bien los movimientos, comencé a disfrutar de los sistemas clasificatorios de los diferentes deportes con sus correspondientes disciplinas. Es una maquinaria bien engrasada. Las federaciones internacionales proponen las normas, previa aceptación por parte del Comité Olímpico Internacional, que vela por la universalidad de los deportistas (representación de los cinco continentes). Cada deporte tiene su sistema y cada deportista se prepara durante la Olimpiada para acudir al evento deportivo por excelencia.

Pekín'08 fue mi arranque, mi comienzo, y como en todo calentamiento, hubo aciertos... y hubo errores, que se van puliendo con los años, cuando la experiencia gana. Nos movemos por sensaciones, y yo tuve muchas. Salir de Barajas con la expedición al completo, encontrándome con un Pau Gasol charlando con Rafa Nadal, dando la mano a Saúl Craviotto, y ver a más de trescientas personas unidas en torno a una idea de un país, me parecía muy atractivo. Ya en el avión, cada grupo se iba poniendo al día. “Fulanito, ¿qué marca hiciste en el Mundial?”, “Menganito, no te quejes, que yo soy más alto y no me caben las piernas”. Llegamos a Pekín, y nada más aterrizar encontramos más de un control que pasar. La seguridad fue tan extrema que, cuando acabaron los Juegos, mi móvil estaba frito. 

Teníamos numerosas localizaciones, pero nuestra base siempre está en la oficina de comunicación dentro del Media Press Center. Desde allí informábamos de los horarios de competición de los deportistas españoles, de las ruedas de prensa, de las medallas, de las desilusiones, de las victorias, de los resúmenes diarios de las proezas españolas… Creamos un novedoso sistema de envío de información a través de SMS. En Pekín fue todo un acierto. Creamos listas de distribución con los medios desplazados a China, y recuerdo que alguno en España también recibía los mensajes. En cuanto se producía un resultado, empezaban a sonar los tonos de todos los teléfonos de la delegación española con la información escueta, pero atinada, de la medalla conseguida por Nadal, del abandono del deportista de turno, de la rueda de prensa convocada por el presidente Alejandro Blanco, de la visita de los Reyes y los Príncipes de Asturias… Un sistema novedoso que llevaremos de nuevo a Río.

Otro lugar emblemático en los Juegos suele ser la Casa de España. Allí, todo el mundo, previa acreditación, puede disfrutar de las competiciones televisadas, de charlar con los técnicos federativos, o hacer entrevistas a los deportistas. Es un punto estratégico de concentración española. El ritmo de la competición, al principio, es lento y se lleva bastante bien. Se suceden los días y los deportes se solapan. Llega el momento “día de la marmota”, y cuando sales del bucle, los Juegos tocan a fin. En ese momento echas la vista atrás y la mezcla de sentimientos hace que las sensaciones estén a flor de piel. Pekín puso un listón muy alto.

Pronto llegaría Londres.... aunque no abandonamos el espíritu olímpico, porque en el COE trabajamos en otras competiciones de menor tamaño por el número de deportistas, pero muy importantes a nivel de cantera y puntuación: Festivales Olímpicos de la Juventud de verano e invierno, Juegos Mediterráneos, Juegos Olímpicos de la Juventud de invierno y verano, Juegos Europeos, Juegos de Playa...

Llegaba el año 2012. Llegaba nuestro Centenario. Londres está, como aquel que dice, “aquí al lado”. No era exótico, no estaba lejos, y personalmente estaba decepcionada porque Madrid no había logrado el sueño de organizar unos Juegos, pero... ¡qué narices! Eran mis segundos Juegos de verano, había visto “crecer” a deportistas, había asistido a su lucha por clasificarse. Deseaba asistir, de nuevo, a una concentración de atletas que viven por y para el deporte.  Era un sueño, y yo iba a estar en él de nuevo.

Embarazada de mi segunda hija, recorría los pasillos del MPC viendo caras conocidas, periodistas de renombre, atletas ganadores, caras pensativas, visitas oficiales… No daba tiempo a nada, más que a tomar un café esporádico, salir a tomar un poco de aire y ver a compañeros de RTVE crear escaletas, preparar entradillas, sonorizar, grabar, informar.

Para mí, es un lujo poder relacionarme con plumas deportivas de renombre, fotógrafos con puntos de vista únicos que hacen que el público vibre con las proezas de los deportistas, de personas que llevan años en el olimpismo trabajando desde la sombra, de compañeras (y ya amigas) que hacen que tus "días de marmota” sean distintos con una mirada cómplice, una palmada en la espalda, una sonrisa, un “ánimo”, un “enhorabuena”, un “qué mala suerte hoy”, un “niña has adelgazado, déjame que te cosa el pantalón que se te cae”. Sí, en Juegos pierdes lo que ganas durante el año... Pero esto daría para una charla sobre nutrición deportiva que no viene al caso. 

Pekín, Londres... y ahora Río. Entrar en valoraciones sin saber aún cuál es el equipo definitivo que va a llevar la expedición española, es arriesgado, e incluso erróneo. Lo que sí puedo decir es que estamos trabajando desde hace años para que Río sea diferente de Londres y de Pekín. Como cada ser vivo que nace, cada Juego es distinto. Por mucho que prepares, habrá cosas que se escapen de las manos y será una nueva experiencia acumulada. Disfrutaremos de la competición, disfrutaremos de los detalles, disfrutaremos de los éxitos deportivos y estaremos al lado de los deportistas cuando decaigan o no consigan sus propósitos. Al fin y al cabo ellos son los auténticos protagonistas. No lo olvidemos.