En la víspera habían dado un puñetazo encima de la mesa , cuando lograron la mejor puntuación, con dos enteros excelentes. Era un aviso de lo que eran capaces de hacer. Un desafío en toda regla a Rusia, que lo gana todo gimnasia rítmica. Si no fallaban, decían los expertos, eran medalla seguro. Faltaba ver cuál.
En la final, salieron las primeras, el clásico arma de doble filo. Pero el conjunto formado por Sandra Aguilar, Artemi Gavezou, Elena López, Lourdes Mohedano y Alejandra Quereda volvió a bordarlo en el ejercicio de cintas. A las rusas se le fue una cinta al suelo, pero aún así quedaron a solo dos décimas de las españolas, de nuevo primeras. El mismo pronóstico. Si no fallan, son podio. Falta ver qué lugar.
Se fueron felices al vestuario, para aislarse del carrusel de ejercicios y preparar el acto final. Y volvieron a aparecer en escena. Y volvieron a clavarlo. Las gimnastas lo sabían, y estallaron en lágrimas de felicidad. Pero la puntuación fue extrañamente baja. Los malos augurios se confirmaron enseguida. El mixto de las rusas -de mayor dificultad que el de las españolas- fue valorado ¡7 décimas más! El oro, servido en bandeja. 36,233 para las rusas, 35,766 para las españolas.
(Foto: COE)
Las españolas seguían con opciones. Italia lo bordó, pero quedó por detrás. El "equipaso" a ser plata o bronce. Solo quedaban las búlgaras. Su puntuación final las igualó con las españolas, pero con una nota de ejecución menor, criterio que deshizo el empate.
A las entrenadoras, Anna Boronova y Sara Bayón, se les saltaron las lágrimas. También a las gimnastas. Era el final de la más bella historia imaginada.
(Foto: COE)