(Foto: RFEVB)
Termina el partido de Elsa Baquerizo y Liliana Fernández-Steiner con victoria sobre la pareja checa Barbara Hermannova-Marketa Slukova (21-15, 21-19). Las españolas saltan de alegría, aplauden al público, lanzan un balón a la grada, firman autógrafos… Es su segundo triunfo en el espectacular recinto de Copacabana, y acaban de pasan a la siguiente fase eliminatoria. Termina el partido, pero los altavoces siguen rugiendo, contagiando alegría con música de moda, animando a regresar al día siguiente.
Si el fútbol es una religión en Brasil, el voley-playa y el voleibol no le andan a la zaga. Y en Rio, no había mejor lugar para colocar la sede de este deporte que sobre la misma arena de Copacabana. La instalación come terreno a la playa pero sirve como gran reclamo de los Juegos, por la altura de las gradas y por las gigantescas lonas exteriores que lo circundan. Aquí, la seguridad es máxima desde el primer día.
No es un deporte nuevo. Las primeras referencias se sitúan en Uruguay y Hawái hace un siglo. Las primeras competiciones y su despegue tienen lugar en los años setenta en las playas de California. A Europa llega después. Se incorpora a la Federación Internacional de Voleibol en 1986, es deporte de demostración en Barcelona'92 y aparece en el programa olímpico en Atlanta'96.
Ya son veinte años de éxito y de extensión de este deporte que, además, es también una realidad tangible en el ámbito del marketing, la publicidad y la organización de eventos. Hace falta poco, realmente. Las redes de voley son, como las sombrillas o las tumbonas, parte del paisaje de cualquier playa del mundo. Actualmente hay más de 200 federaciones nacionales adheridas a la Federación Internacional de Voleibol. A su éxito internacional contribuye su velocidad, su intensidad, su espectacularidad. Un deporte muy parecido al squash, en el que el jugador se involucra mucho y las exigencias físicas son elevadas. Pero además hay trajes de baño, música, DJ's...
Y por si fuera poco, en Rio'16 ya nos ha dejado una de esas imágenes icónicas, que expresa muy bien los valores olímpicos:
En el Beach Volley Arena, son las once de la noche y las gradas están casi llenas, a pesar de que el viento fresco del invierno carioca ha obligado a echar mano de las prendas de abrigo. Dos o tres grupos de españoles se han hecho notar a lo largo del encuentro con las banderas con el clásico toro de Osborne incorporado. Pero la mayoría del público es carioca. Se nota que disfrutan viendo un deporte que forma parte de su día a día. Haya brasileños o no sobre la arena.
Concentradas desde el inicio y muy acertadas en todas las facetas, la madrileña y la alicantina ganan por la vía rápida el primer set. El segundo es mucho más ajustado, con alternativas en el marcador, más atractivo para los espectadores.
Ese ambiente lúdico y festivo -animado por los juegos de luces, jaleado desde la megafonía y estimulado por los gestos de fuerza y complicidad de ambas parejas-, se mantiene hasta el último punto. Entonces, como en el tenis, el griterío deja paso al silencio. Hasta que se resuelve, anoche a favor de las españolas. Y de nuevo, la ovación atronadora.
Al final del partido, Liliana dijo: “Nuestra estrategia es divertirnos en la pista y el ambiente es simplemente maravilloso, por lo que todo es perfecto ahora”. De eso se trata. De competir por una medalla olímpica, y de divertirse. Y que el público se divierta también.
(*Elsa y Lili jugarán de nuevo el miércoles a las 22:30, hora local, contra las vigentes campeonas del mundo, Agatha Bednarczuk y Barbara Seixas.