El 2 de abril correré la distancia de sesenta y tres kilómetros que une Alcázar de San Juan con La Solana, en Ciudad Real, para reclamar más apoyo a la investigación del cáncer.
Este tipo de distancia es totalmente nueva para mí, prácticamente he de cambiar todo: La alimentación en carrera, la hidratación constante, los volúmenes de kilómetros, las intensidades.... Nunca había realizado ningún entreno por encima de 28 kilómetros y me inquieta ver la respuesta de mi cuerpo por encima de esa distancia. Verdaderamente será un reto para mí.
Cuando surgió la idea, solo pensaba hacerlo yo, pero afortunadamente -con la difusión que está teniendo los últimos días- se está sumando más gente, algunos corriendo unos kilómetros, otros quieren acompañarnos en bicicleta, y a pesar de que queda poco tiempo también me han llamado para hacer todo el recorrido corriendo. No es algo cerrado, no es una competición, se trata de una llamada de atención sobre la importancia de la investigación contra el cáncer.
Los hábitos saludables, entre los que se encuentra la actividad física, se relacionan de forma inversa con la enfermedad. Es cierto que la población está envejeciendo, y que el cáncer tiene mayor incidencia en edades más avanzadas, por lo que es evidente que el número de personas que van a padecer cáncer también aumentará, simplemente por una regla demográfica. Pero igualmente preocupante es ver qué está ocurriendo con la población joven. Por ejemplo, la incidencia de mujeres muy jóvenes con cáncer (entre 17 y 35 años) también va en aumento, y según los últimos datos, uno de cada dos hombres será diagnosticado de cáncer en su vida.
Para las mujeres que han padecido cáncer de mama, el ejercicio físico combatiría los efectos de la temida fatiga inducida por el tratamiento, mejorando la movilidad articular y resistencia muscular de los miembros superiores (que queda muy afectado en la parte de la mama afectada) e inferiores; combatiría los efectos de la caquexia y de la cardiotoxicidad de los fármacos; a nivel psicológico, reduce los niveles de ansiedad y depresión. En general, está demostrado que mejora la calidad de vida de las supervivientes de cáncer de mama, ya que no contribuye o dificulta la aparición de linfedema, que suele ser otra secuela de las mujeres que han padecido esta enfermedad.
La microbiota intestinal se está revelando en los últimos años como una pieza clave en el estudio de muchas patologías. No solo nos ayuda a la absorción de nutrientes, sino que fortalece nuestra barrera epitelial, rechaza la invasión de patógenos, ayuda a nuestro sistema inmunológico, y en la mujer postmenopáusica sería clave para mantener niveles adecuados de estrógenos.
Desde el grupo MECCA hemos diseñado un estudio para determinar si la administración de un probiótico y el ejercicio tras la intervención en pacientes de cáncer de mama sería capaz de mejorar el equilibrio de la microbiota intestinal, muy deteriorada por el efecto de la enfermedad y los fármacos, favoreciendo una mejora del sistema inmune, y como resultado, mejorar la calidad de vida de las pacientes.
El objetivo de la carrera no es recaudar dinero. Pero ha habido empresas como Cofares y la Fundación Legado Bustillo de La Solana, así como varias empresas y personas anónimas, que nos han dicho que quieren hacer alguna aportación. Todos los ingresos se harán a la Fundación GIAFyS y Cáncer.
A través de una aplicación que pondremos en el blog de MECCA se podrá seguir la ruta, la hora de llegada, todos los detalles.
Muchas personas me han preguntado qué ocurre si no logro llegar a La Solana. Lo he pensado. Podría haber elegido un recorrido más fácil, podría haber sido algo por relevos, por ejemplo, pero entonces habría dejado de ser un reto. Pero debemos llegar a meta, no sé si corriendo, andando o a rastras.
¿Te animas a acompañarme? "Juntos, las ayudamos a superar su marca".